Enrique VIII y Ana Bolena HERITAGE PARTNERS / GTRES
Se celebró el 25 de enero de 1533, hace 480 años, y provocó la emancipación de la Iglesia de Inglaterra al desvincularse de Roma
El reinado de Enrique VIII (Greenwich, 1491 - Westminster, 1547) se caracterizó por su enfrentamiento con Roma al proclamarse jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra y por su consolidación del poder real, pero también por haberse casado seis veces (con Catalina de Aragón, Ana Bolena, Juana Seymour, Ana de Cleves, Catalina Howard y Catalina Parr).
Enrique VIII ascendió al trono en 1509, tras la muerte de su padre Enrique VII, primer monarca de la dinastía Tudor. El mismo año se casó con Catalina de Aragón, la hija menor de los Reyes Católicos, viuda de su hermano mayor, el príncipe Arturo, que murió en 1502 víctima de una enfermedad. Catalina sólo le dio una hija, María Tudor, que en 1553 llegaría a ocupar el trono de Inglaterra. Al no poder garantizar su descendencia –o al menos eso alegó–, Enrique VIII le pidió al papa la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón. Pero el papa se negó, por lo que Enrique VIII decidió romper con Roma y casarse con su amante, Ana Bolena, una de las damas de honor de Catalina, que pertenecía a una familia de la aristocracia inglesa.
El enlace se celebró de forma secreta el 25 de enero de 1533, es decir, hace exactamente 480 años, en la capilla privada del rey en el Palacio de Whitehall, el mismo lugar en el que, tres años después, se casaría con Juana Seymour y en el que el monarca fallecería en 1547 (el Palacio de Whitehall, mayor que el de Versalles, fue pasto de las llamas a finales del siglo XVII). Enrique VIII tuvo una hija con Ana Bolena, la futura reina Isabel, pero, a pesar de ello, Ana fue suplantada en el corazón de Enrique por Juana Seymour y, además, el rey la acusó, al parecer falsamente, de adulterio y mandó ejecutarla. El 19 de mayo de 1536,
Ana Bolena fue decapitada en Londres con un golpe de espada. Juana Seymour no corrió mejor suerte, ya que murió un año más tarde, doce días después de dar luz a Eduardo VI, futuro rey de Inglaterra.
El casamiento entre Enrique VIII y Ana Bolena provocó el cisma de Inglaterra con respecto a la Iglesia católica, a pesar de que conservó los sacramentos del catolicismo, y precipitó la reforma de la Iglesia anglicana, que se consolidó definitivamente durante el reinado de Isabel I.
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