Una gigantesca y natural réplica del arca que el patriarca Noé utilizó para salvar a su familia y sus animales pondrá rumbo este verano hacia las Américas desde el puerto holandés de Rotterdam para difundir enseñanzas religiosas.
La idea es de Johan Huibers, holandés de 58 años de edad, nacido en el “reino de las mil islas”, en el norte de Holanda.
Es padre de familia, un carpintero y constructor de profesión, que quiere dedicar el resto de sus días a ser mensajero de la religión católica.
“A los 24 años conocí la religión y ahora soy feliz pudiendo trasladar al mundo lo que encontré. Siento que Dios puso en mi corazón el deber de ayudar a los demás y eso es lo que voy a hacer con este viaje”, señala en un tono emocionado y feliz.
Este creyente echa la vista a 1992, para recordar algo que ocurrió cuando trabajaba en una librería.
“Estaba en el sofá, con mis tres hijos, y vi que estaban leyendo libros sobre el arca de Noé. Me preguntaron dónde estaba ese barco y les dije que ya no existe”, detalla.Tras leer la historia, sus hijos le pidieron que construyeran juntos un barco similar, a lo que él bromeó que “algún día” lo harían. Esa promesa se olvidó con los días porque, dice Huibers, tampoco tenían dinero para “financiar semejante proyecto”.
Pero a los 33 años, una pesadilla de una noche resucitó la idea. Huibers soñó que su provincia era inundada por una fuerte tormenta, como le pasó a Noé, y ese fue el día en el que este carpintero holandés puso el primer trozo de madera para construir el arca.
Hace cuatro años terminó la construcción de la colosal embarcación, pero abrió sus puertas como atracción turística. El arca, que se encuentra en Holanda, recibió cientos de miles de visitantes y el apoyo financiero de miles de creyentes.
Esta obra de arte cruzará el atlántico, probablemente, a partir del próximo 30 de julio, según Huibers, quien viajará en su arca por más de 8.500 kilómetros de atlántico hasta llegar a su primer destino: Brasil.
Está previsto que esta iglesia flotante haga parada en diferentes ciudades latinoamericanas, entre ellas Buenos Aires y La Habana, antes de dirigirse a Estados Unidos y Canadá.
Este barco, bautizado como el “arca de Johan” instalará todos los sistemas necesarios para retransmitir el viaje por internet y recibir las preguntas y dudas de todas las partes del mundo.
“Aún tenemos cosas que hacer en el barco, pero estoy deseando iniciar esta aventura que espero atraiga la atención de mucha gente en los destinos”, sentencia Huibers.
De momento, turistas de todo el mundo experimentan cada día en el interior de este barco un viaje a los tiempos de Noé, aprenden sobre religión y sobre los acontecimientos históricos relacionados con el Antiguo Testamento.
“La primera semana visitaron el barco más de 7.000 personas. Yo no me lo podía creer. Por eso decidimos dejarlo como un museo turístico religioso, hasta poner en marcha los planes del viaje y tener financiación”, agrega.
Es un barco “muy, muy grande”, dice Huibers, en referencia al gigantesca arca de 125 metros de largo y 29 de ancho. Su peso es de más de 2.500 toneladas y tiene una capacidad para transportar hasta 5.000 personas.
Por fuera, el impresionante barco, de color gris y marrón, se eleva decenas de metros y cuenta con varias ventanas pequeñas. Varias réplicas de animales, como una jirafa, observan desde la proa de la embarcación.
En su interior, un centro interactivo, un museo bíblico, una bodega, un teatro, decenas de escaleras y un espacio de eventos y experiencias para jóvenes y mayores, basadas en la biblia judeocristiana.
USA Today
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