Descubren la fabulosa tumba de Mei Miaodeng, una concubina de la dinastía Ming que sacó adelante a su hijo y lo convirtió en el legítimo heredero de su padre
Ocurre últimamente en China que la expansión de las infraestructuras urbanas obliga a emprender excavaciones arqueológicas urgentes.
En 2008 se llevaron a cabo unas excavaciones en el cementerio ancestral del monte Guanyin, en un suburbio al sur de Nankín o Nanjing, una de las ciudades más importantes del antiguo Imperio chino.
Los arqueólogos municipales descubrieron unas tumbas subterráneas hechas con ladrillos que contenían los despojos de antiguos dignatarios de la familia Mu Ying, pertenecientes a la poderosa dinastía Ming. En la tumba de la dama Mei Miaodeng, de unos quinientos años de antigüedad, yacían sus restos mortales diseminados por el suelo, incluido su inexpresivo cráneo.
Por fortuna, la tumba no había sido saqueada, pero tiempo atrás su ataúd de madera se había movido de su lugar original debido a las infiltraciones de agua subterránea. La caja de madera se pudrió y los despojos se quedaron por ahí tirados como si hubieran sido profanados.
Al descender a este reducto húmedo pero intacto, los arqueólogos se quedaron atónitos al descubrir la magnificencia de sus tesoros: horquillas para el pelo doradas, con forma flameante o de crisantemo, con filigranas de oro e incrustaciones de zafiros, rubíes y otras piedras preciosas como el ojo de gato; pendientes de oro con turquesas; pulseras doradas con motivos florales; estuches de fragancias dorados y con sus respectivas cadenas, decorados con flores de loto e incrustaciones de zafiros, rubíes y turquesas; una hebilla dorada y monedas también doradas y una horquilla de plata y lingotes de plata, entre otras cosas. ¿Quién era esta dama, que se fue a la tumba cargada de joyas?
¿Quién era la dama Mei?
Su historia merece ser contada. Nada se sabría de ella si no fuera por los epitafios inscritos en las piedras que bloqueaban el acceso a su tumba.Recientemente, la revista Chinese Cultural Relics ha dado a conocer toda esta historia tan apasionante, junto con la descripción detallada de todos los hallazgos. Mei Miaodeng nació en 1430, "en el decimosegundo día de la decimosegunda luna del año bisiesto de Geng Wu y durante el reinado de Xuande".
Con el tiempo fue reconocida como la duquesa viuda imperial de Qian, pero a los 21 años de edad ella era "sucia y descuidada y se consideraba a sí misma una superviviente". Estas palabras resultan sorprendentes teniendo en cuenta su linaje: su tatarabuelo batalló con el emperador Zhu Yuanzhang por todo el país y su propio padre gozó de cierta reputación.
Parece ser que Mei fue la concubina del duque Mu Bin, quien se había casado con la dama Zhang y después con la dama Xu. Finalmente se unió con Mei, que era unos treinta años más joven, y tuvo un hijo con ella, Mu Cong, quien sólo tenía diez meses de edad cuando su padre murió.
Mei no tenía el estatus que merecía, probablemente debido a su antigua condición de concubina, pero ella sola se las arregló para sacar adelante a su hijo. "Dirigió la familia con disciplina firme y diligencia y mantuvo los asuntos domésticos internos con gran orden, y nadie tenía quejas", reza el epitafio. Y cuando el niño alcanzó la edad escolar "le instó a estudiar duro mañanas y tardes y le inculcó la lealtad y devoción filial, además de servir en sus obligaciones".
La madre recorrió 10.000 millas con su hijo, "sin miedo a las adversidades", al encuentro del emperador, quien les prodigó elogios y alabanzas. Así pasó el joven duque a controlar Yunnan, bajo el asesoramiento de su madre, que fue recompensada con títulos nobiliarios.
La dama Mei acabó siendo respetada y venerada gracias a su hijo. Murió por enfermedad a los 45 años de edad y, en honor a sus méritos, se le brindó una tumba llena de tesoros.
Tumba de Mei
Tumba subterránea de Mei Miaodeng, hecha con ladrillos y de techo abovedado.
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